El estado gaseoso de la locura
Aún lo recuerdo: iba a trabajar, acompañado de otros que también iban a trabajar o hacerse análisis, que es dónde va uno pronto en la mañana.
Íbamos todos a trabajar con los cascos puestos o la mirada perdida o el paso rápido o el móvil en la mano y aquello era pura burguesía hasta que apareció un loco cantando.
Un loco descalzo y feliz, sonriéndose a sí mismo porque hay momentos en la vida en los que no hay nada más que esa canción o ese soliloquio o esa locura.
Al loco le dábamos igual nosotros y le daba igual la propia vida. El loco era el único tío feliz en aquella recua de personas atareadas.
Y ya es decir.
En las chicas Gilmore, Paris –la verdadera protagonista de la serie–, le dice a Rory –la verdadera antagonista de la serie– que parece que la llevan volando por la vida unos pajarillos, como si fuera una princesa Disney o un loco feliz.
Hay gente que fluye con la vida igual que hay gente arrasada por la vida. Hay gente que da gusto verla, que parecen un motor sin fin, que todo les parece bien, que todo lo hacen bien, que van a una velocidad diferente. Son los Messi, los Cristiano o los Sara García y cuando te los encuentras además de envidia, respeto o admiración (depende del día, ya sabes) es importante tener cuidado.
A veces sólo son un loco cantando.
Porque hay gente que fluye pese a las circunstancias, gente que viene con las circunstancias ya apañadas de casa y gente que se inventa las circunstancias.
Es un matiz interesante que da para algo más que una carta y un tema recurrente en mi pensar: si sales desde más adelante, es fácil llegar más lejos.
No es reivindicación, es solo algo a tener en cuenta para tener una salud mental apañada.
Tendemos a compararnos siempre con los otros: los de instagram, los de twitter, los de los coches caros o las vacaciones de ensueño.
Convertidos como estamos en medios de comunicación con patas, retransmitimos sólo lo bueno igual que en la tele sólo ponen el resultado del trabajo en lugar de ponerte a los guionistas escribiendo las bromas.
Entonces te pasas el día viendo a gente que parece fluir con la vida o que, por lo que sea, está en ese justo momento sintonizada con el universo mientras tú estás en casa con la rebequita puesta y un calefactor eléctrico porque lo que sí que fluye es la inflación.
Siempre pensamos que tú no y ellos sí en lugar de pensar que lo de fluir, como el rio de Heráclito, es algo momentáneo, un estado temporal, como pasar de líquido a sólido y de ahí a gaseoso.
Uno hay días que es burbujitas y otras que está rocoso.
Uno hay días que se deja llevar por el viento y los pajarillos y otros que es todo frio y humedad.
Es lo que hay: La vida podría ser un domingo soleado pero a la que te descuidas resulta que es miércoles, mañana es fiesta y, joder, no hay leche.
Y así no hay quien fluya.
Lo que escucho
Bobby Ramone
Me descubro bailando este temazo sin saber de dónde viene ni a donde va pero con la sensación horrible de que lo conozco, de que me suena.
Dejo lo que estoy haciendo y pongo el Sistema 2 a buscar información y zas, la vida está hecha de mezclas extrañas.
Bobby Ramone no es nadie y a la vez son dos. Bobby Ramone es un pseudónimo para hacer un mashup de los de toda la vida con Bob Marley y los Ramones.
Nadie se lo esperaba y quizá por eso está tan chingón.
Denle duro: mitad Jamaica y mitad puro rock&roll.
Lo que leo
Dignos de ser humanos
Quizá uno de los libros que más me han girado el cerebro en este año.
Llegué a él por una recomendación de Samu Parra (enlace a su newsletter ahí abajo) en Polímatas, me puse a leerlo a lo loco sin mirar y acabé con los ojos abiertos, alucinando bellotas ante el planteamiento, el desarrollo y lo que cuenta.
Básicamente (aunque lo suyo es que te pongas pero ya con él) lo que Bregman plantea es que, en realidad, no somos un lobo para nosotros mismos sino más bien un corderito: es la compasión lo que nos hace humanos.
Una cita para recordarlo:
Al contrario que la empatía, la compasión no consume energía. […] La compasión es más controlada, más distante y más constructiva. La empatía nos ayuda a compartir el sufrimiento del otro, mientras que la compasión nos ayuda a verlo y, como consecuencia de ello, nos mueve a la acción. La compasión, en definitiva, nos da energía.
Pd. Lo peor de todo es que gracias a mi magnífica capacidad para olvidar nombres, no recordaba que hace años ya había leído otro libro suyo que me giró la cabeza igualmente: Utopía para realistas (sobre la renta básica universal).
Lo que aprendo
Los robots acaparadores
Resulta que hay robots, o más bien ordenadores, programados para comprar cosas. Comprar cosas muy rápido. Comprar cosas que van a tener escasez y demanda y así luego subir el precio.
Es la versión 2.0 del Señor de la Guerra que se queda la ayuda de la ONU mientras el pueblo muere de hambre. Lo mismo pero con entradas de Tylor Swift o el próximo partido de fútbol que quieras ver.
Me ha parecido una historia brutal porque en realidad uno sabe que hay robots haciendo esas cosas pero no se da cuenta del detalle hasta que te lo ponen negro sobre blanco:
What is a ‘scalper bot’? Think of a line of code, designed to perform human-like actions online, but at the speed and scale of a computer. Well, that definition is true of all bots and automation tools, but what’s unique about scalper bots, is the way they’re used – primarily (as the name suggests) – to purchase high-demand items, and then resell them at a ridiculous margin. And unfortunately, we’ve seen a massive uptick in the deployment of these bots, often at the expense of consumers.